domingo, 30 de diciembre de 2012

Más filosofía en el mundo


"Crisis, crisis, crisis..." allá donde miremos podemos ver esa palabra, en la tele, en la radio, en cualquier diario... y aún así estamos muy ciegos. Los medios de comunicación están totalmente comprados, intentan desinformar a las masas, con perdón, borregas, que repiten y creen lo que les dictan unos mentirosos, que engordan sus carteras pagados por la élite mundial. Vivimos totalmente en la ignorancia, no sabemos ni la mitad de elementos que están utilizando en el gobierno para manipularnos y hacernos creer lo que no es.

Pese a esto, supongo que no quede mucha gente desinformada en el tema de los recortes. Los que no entienden de estos asuntos se creen absolutamente todo lo que se publica en la prensa, pero por otra parte, un gran porcentaje de la población sabe que estos recortes no son más que excusas para descarada y rápidamente eliminar el estado de bienestar y los derechos sociales y dar paso al aumento del capital financiero, ya que únicamente sirven para aumentar las ganancias de los banqueros y favorecer la tan ansiada acumulación de capital.
Pero para salir de la crisis hay que empezar por entender sus causas. Felizmente, hay voces denunciando correctamente y sin miedo a su causa más próxima la infame intromisión del Estado en la economía, que es lo que crea desajustes y las consecuentes recesiones. Aunque realmente la cuestión es, ¿por qué lo permitimos?

Para responder a esto, utilizo una de las citas de Ayn Rand, una de las filósofas más influyentes del siglo XX: "la economía es valiosísima como complemento a la filosofía; pero, igual que un cuerpo sin mente, es inútil e imposible si está desgajada de la filosofía"
Y es que para mucha gente, entre los que me incluyo, la crisis que está aconteciendo hoy en día en todo el mundo no es un problema meramente económico, sino que es más bien un problema moral. Esta fue desatada por las malas intervenciones del gobierno en la sociedad, y lo que es peor, nosotros, los ciudadanos de a pie, lo hemos permitido sin apenas protestar. Centrándome más en nuestro país, ya que es la situación que mejor conocemos, me parece indignante la situación. Parece mentira que ahora, en pleno siglo XXI, dirija un país desarrollado un gobierno que esté más preocupado de impedir el matrimonio homosexual que de los suicidios de las personas a las que están dejando sin hogar. Me parece que es una tremenda injusticia que aquellos que han estado trabajando toda su vida sean desahuciados, echados a la calle, despojados de su vivienda (a la que según la Constitución tienen derecho) por haberse quedado sin trabajo en tiempos de crisis. Todo el dinero que han pagado por su casa es desestimado, eso nada les importa a los bancos que se quedan con el inmueble, se quedan con el dinero recobrado y todavía exigen el resto de la deuda. Es una forma exagerada de beneficiar al más fuerte, pero los ciudadanos, que somos en realidad los únicos desfavorecidos, no podemos hacer nada. Luego dicen que vivimos en un país democrático en el que se hace caso a la opinión de la mayoría. 

Lo que pasa es que esos individuos poderosos, grupos minoritarios de gente a la que no le importa nada más que sus propias ganancias, pasan por encima de "la plebe" sin pensar en el daño que están causando, sin razonar que si España fuese realmente un país democrático y bien organizado se iba a acabar eso de "robar cantidades exorbitantes de dinero común y ser perdonado sin exigir una devolución",  "dedicarse a la caza mayor en un país africano " y demás barbaridades.

El problema es que ellos son los que dirigen nuestro país, y por lo tanto, lo mueven y organizan según como les convenga. Un claro ejemplo es el dinero recaudado con los famosos recortes que, ¿para qué se está utilizando? Para cubrir las deudas de los bancos, aquellos que durante mucho tiempo se han dedicado a ganar auténticas fortunas, cifras inimaginables, sucio dinero que quieren exclusivamente para aumentar sus desmesuradas montañas de capital por mera codicia, con el único propósito de ganar más y de la forma más rápida posible.

¿Dónde está la moralidad de los políticos? ¿Dónde ha quedado aquello de "sacrificarse por el bien común"?

Necesitamos reglas más inteligentes. Un mundo más razonable y justo requiere menos dinero secundario, menos crecimiento ilimitado y una teoría económica más realista, no tan unilateral ni entrampada en los juegos de poder vigentes. Lamentablemente, la visión actual está muy alejada de los acontecimientos económicos que estamos viviendo. Pero si los pilotos desconocen el instrumental de vuelo, entonces preparémonos para más turbulencias. La justicia económica y moral deberá seguir esperando.

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